lunes, 21 de marzo de 2011

Decálogo de la paz

1- Mira a todos con respeto y benevolencia.
2- No hables mal contra nadie, no condenes a ninguna persona, a ningún grupo, a ningún pueblo, a ninguna institución.
3- Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar, para convivir, para comenzar una vida nueva cada día.
4- Desea sinceramente la paz con todos, la colaboración, la convivencia, el gozo de la fraternidad y del servicio.
5- Trata de simplificar los problemas en vez de agrandarlos; no acumules las sombras, busca en todos resquicios de luz y los caminos de la esperanza.
6- Ten valor de negarte a colaborar con cualquier proyecto violento, apártate de los que enseñan y practican el odio, la venganza, el amedrentamiento y la violencia.
7- Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz, de concordia, de convivencia, de misericordia y de consuelo.
8- Apoya a los que trabajan sinceramente por la paz, en la verdad, en la libertad y en la justicia.
9- Dedica a algún tiempo a trabajar tú también por la paz, con serenidad, esperanza y generosidad.
10- Pide a Dios que te dé el espíritu de la sabiduría, de la bondad, de la fortaleza y de la generosidad para ser instrumento de su bondad y de su amor en un mundo renovado, donde todos podemos vivir en la verdad, el amor, la libertad y la fraternidad.
Autor: Padre Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona


jueves, 17 de marzo de 2011

Un haiku para el pueblo japonés:


Si el kaiku es un poema exquisito y breve que le habla al alma, con descripciones de alguna escena que puede ser vista o soñada por alguien; éste nos parece el más apropiado para ponernos -muy sentidamente- al lado del pueblo japonés. Es como una fotografía que retrata el alma de quienes hoy enfrentan con ejemplar valor la adversidad.

miércoles, 16 de marzo de 2011

LA CULPA ES DEL OTRO




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-       La culpa de todo la tiene el Ministro de Economía Y Finanzas Púbicas, dijo uno.
-       ¡No señor! Dijo el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, mientras buscaba un garrote debajo de su escritorio: la culpa de todo la tienen los contrabandistas y los defraudadores.
-       ¡Mentiras! Dijeron los evasores, mientras cobraban el 50 % en negro y el otro 50 % también en negro. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto.
-       ¡Falso! Dijeron los de la Aduana Nacional de Bolivia y del Servicio de Impuestos Internos mientras aplicaban astutamente más gravámenes a las ilusiones y reglamentaban un nuevo impuesto al estornudo. La culpa de todo la tiene la oligarquía: ellos se llevan todo el dinero.
-       ¡Pero por favor! Dijo un empresario contratista, mientras cobraba pingues utilidades por la mala construcción de escuelas públicas. La culpa de todo la tiene La Banca.
-       ¡Calumnias! Dijo un banquero mientras depositaba a su madre a 7 días. La culpa de todo la tienen los corruptos que no tienen moral.
-       ¡Se equivoca! Dijo un corrupto, mientras cobraba su “comisión”  por la adjudicación de un contrato con sobreprecio. La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público.
-       ¡No es cierto! Dijo un “servidor” público mientras con una mano se rascaba el pupo y con la otra el trasero. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos.
-       ¡Eso es pura maldad! Dijo un Asambleísta Plurinacional mientras preguntaba donde quedaba el edificio del Órgano Legislativo. La culpa de todo la tienen los dueños de la tierra que no nos dejaron nada.
-       ¡Patrañas! Dijo un terrateniente mientras contaba hectáreas, vacas, caballos, peones y recordaba sus viajes a Estados Unidos y Europa y añoraba el placer de tirar manteca al techo. La culpa de todo la tienen los comunistas.
-       ¡Perversos! Dijeron los del Comité Central local mientras revisaban su programa y principios. La culpa de todo la tiene la intransigencia trotskista.
-       ¡Disparates! Dijo el ultrista mientras preparaba la insurrección armada para salvar a la humanidad. La culpa de todo la tienen los fascistas.
-       ¡Malvados! Dijo un fascista mientras quemaba un lote de libros juntamente con el librero. La culpa de todo la tienen las naciones y pueblos indígena originario campesinos.
-       ¡Racistas! Dijo un originario mientras miraba torcido a un kára. La culpa de todo la tiene la jerarquía católica, aliada de la oligarquía, que como evangelio reza la doctrina capitalista.
-       ¡Blasfemia! Dijo un Obispo mientras fabricaba ojos con agujas como para que pasaran diez camellos al trote. La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios.
-       ¡Error! Dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata. La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos.
-       ¡Infamia! Dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente. La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir.
-       ¡Me ofenden! Dijo un ladrón mientras arrebataba una cadenita a una jubilada y, de paso, la tiraba debajo del tren. La culpa de todo la tienen los policías que tienen el gatillo fácil y la comida abundante. 
-       ¡Vainas! Dijo un policía mientras se ponía de acuerdo con otro delincuente. La culpa de todo la tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra.
-       ¡Desacato! Dijo un Juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de 5000 fojas que luego, a la noche, volvería a descoser por ventaja personal. La culpa de todo la tienen los militares que siempre apoyan malos gobiernos creyéndose los tutores y salvadores de la Patria.
-       ¡Negativo! Dijo un General mientras ordenaba a su asistente que fuera preparando su viaje de placer al exterior para el fin de semana. La culpa de todo la tienen los jóvenes desaliñados.
-       ¡A ustedes están les patina el coco! Dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir. La culpa de todo la tienen los ancianos por dejarnos el país que nos dejaron.
-       ¡Embusteros! Dijo un señor mayor mientras pregonaba que para volver a las viejas buenas épocas nada mejor que una mala memoria que olvide idénticas taras. La culpa de todo la tienen los periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y defender intereses corporativos y propios.
-       ¡Censura! Dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. La culpa de todo la tiene EVO
-       ¡No lo puedo creer! Dijo Evo, acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene el imperialismo.
-       ¡Thats not true! (¡eso no es cierto!) Dijo un imperialista mientras embarcaba un trozo de territorio con su subsuelo, su espacio aéreo y su gente incluida. The ones to blame are the sepoy, that allowed us to take even the cat (la culpa la tienen los cipayos que nos permitieron llevarnos hasta el gato).
-       ¡Infundios! Dijo un cipayo mientras marcaba en un plano las provincias más rentables. La culpa la tienen todos los bolivianos que no aman desinteresadamente a su patria.
-       ¡Cobardes! Dijeron algunos ávidos de espacios para disfrute personal, mientras buscaban a un “amigo” encumbrado en la administración pública. La culpa de todo la tiene la gente como tu por escribir estas tonterías.
-       ¡Paren la mano! Dije yo mientras me protegía detrás de un basurero. Yo sé quien tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene EL OTRO. ¡EL OTRO siempre tiene la culpa!
-       ¡Eso, eso! Exclamaron todos a coro. Esta persona tiene razón: la culpa de todo la tiene EL OTRO.

Dicho lo cual, después de gritar un rato, arrojar algunas piedras, bloquear alguna vía pública, pagar alguna solicitada o la pluma de algún “columnista” de los medios, publicar algo en las redes sociales y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo); nos marchamos a nuestras casa por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: ¡Qué flor de personaje que resultó ser EL OTRO!

Adaptación para Bolivia de un monólogo del humorista Tato BORES

martes, 15 de marzo de 2011

Suicidio global


Según un informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos alguien se suicida en el mundo. Con esta cifra, como con las otras masivas que tienen que ver con las víctimas de la guerra, el hambre, la morbilidad, etcétera; los seres humanos no nos sobrecogemos. Por naturaleza somos más sensibles al dato particularizado, puntual, al drama personal. En la catástrofe japonesa –por ejemplo- nos golpea más el drama individual o familiar que visualizamos antes que las cifras globales dantescas que se difunden. Tal vez sea por ello los medios de comunicación abundan en hechos de violencia, en dramas personales, que capturan nuestra atención,  nos impresionan y nos atan a ellos y a su mensaje cultural.
Puestas así las cosas, y volviendo al suicidio global, digamos que así como las personas deciden quitarse la vida, también las naciones lo hacen. En todo caso, bajo una u otra modalidad la vida se está jugando su destino blandiendo diversos instrumentos de muerte, uno de los cuales es el haber sembrado en el planeta centenares de plantas nucleares  que, pese a la autosuficiencia que insufla la ciencia y la tecnología, probadamente no tienen garantía contra la fuerza de los elementos.
Ojalá el drama que vive ahora el Japón, nos haga recuperar la cordura y evite que apresuremos la autoeliminación de la raza humana, comprometiéndonos hoy con la demanda de desactivación de uno de los instrumentos de muerte que el capitalismo ha puesto en manos de la humanidad: la energía nuclear. Dicho sea de paso, más adelante,  tendrá que aforar el debate sobre los arsenales nucleares, cuya magnitud lesiva a la vida es inconmensurablemente mayor.

lunes, 14 de marzo de 2011

LA GEOGRAFIA DEL CAPITALISMO


Sus puntos cardinales. Son cuatro: Yo, yo, yo y yo.
Orografía. No hay más que un pico elevado: Yo. Lo demás son depresiones del terreno.
Hidrografía. Sólo hay un mar: Yo. Todos los ríos confluyen hacia mí.
Límites. Para los demás hay muchos y están muy bien definidos. Para mí no existen.
Clima: Cuando yo y mis accionistas acumulamos dividendos, hace buen tiempo. Tempestuoso cuando disminuyen las ganancias.
Demografía. La población del mundo se divide en dos grupos: Yo junto a mis accionistas y el resto.
Economía: Lo mío es mío y lo tuyo es mío.
Geopolítica. El planeta y sus recursos solo tienen un dueño: Yo. Las generaciones futuras no cuentan.

Cuando se aprende desde pequeño esta Geografía,  no se pueden, por el resto de la vida, comprender los problemas ajenos o los del planeta.

miércoles, 9 de marzo de 2011

HISTORIA DE “CHOCOLATE”, LA MASCOTA DE LOS JOVENES DE SUCRE.


El 24 de julio de 2008 aparecieron envenenados muchos perros callejeros en la ciudad de Sucre pues el Municipio estaba ejecutando una campaña de eliminación de canes por envenenamiento para prevenir la transmisión de la rabia a humanos. Entre los animales eliminados había uno en especial, que frecuentaba la Plaza 25 de Mayo y al que, los estudiantes que suelen reunirse en ese lugar después de clases, nombraron “Chocolate”. Este singular perro callejero era bastante popular por jugar y hacerles fiestas a todos los jóvenes que se le aproximaban y que le enseñaban diversas desenvolturas y talentos. Podría decirse que el perro “Chocolate” era la mascota preferida de los jóvenes estudiantes de Sucre. Noticias dadas a conocer por el periódico local, los días siguientes, daban cuenta de que este hecho había desatado el rechazo de la población joven a la campaña de eliminación de canes vagabundos, a tal grado que se produjo una concurrida y ruidosa manifestación ante las puertas del Municipio. Lo extraordinario es que el estimado “Chocolate” tuvo velatorio, así como un solemne entierro, y para rematar no falto quien sugiriera erigir una escultura al perro callejero, como una manera de hacer conciencia de la crueldad que implican estas campañas de eliminación de los canes. Sabemos que existen estas esculturas de perros vagabundos en varias partes del mundo (Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, España, Estados Unidos, Rusia, Malasia, Sudáfrica, Uruguay, etc.), con el propósito de crear conciencia sobre el mal trato a esta especie y no hace mucho tiempo que otro perro, casualmente del mismo nombre, en Punta Arenas (Chile) provocó un movimiento de protección de animales demostrando que un buen propósito que no tiene fronteras.

La ciudad de Sucre, no solo tiene una escultura dedicada al perro, sino dos que están ubicadas en el acceso al templo de San Roque, patrono de estos tan amigables animales y cuya imagen se utiliza para el bautizo de las mascotas, y no veríamos mal que se erija otra específica para el can vagabundo. 

jueves, 3 de marzo de 2011

EL REGRESO DE SIMON RODRIGUEZ A LA CIUDAD DE SUCRE



No son muchos quienes recuerdan que el Maestro de América, Simón Rodríguez, a quien llamaran el Libertador del Libertador Simón Bolívar, estuvo en Chuquisaca al fundarse la República, ciudad de la que fue expulsado por sus ideas revolucionarias para forjar el andamio de la libertad en la inteligencia del alumnado boliviano.
En efecto, el sabio Rodríguez fue el literal primer ministro de Educación de Bolivia. Aunque su condición de venezolano le prohibía ser el titular de esa cartera, influyó en el ministro oficial, Serrano, para que las escuelas republicanas adoptasen los preceptos anticoloniales de, por ejemplo, Andrés Bello, Juan Jacobo Rousseau o los enciclopedistas franceses. Tan osadas propuestas didácticas y teorías para prácticas de campo fueron tildadas de escandalosas y diabólicas por la sociedad de la ciudad capital todavía colonial.
Se hizo, pues, intolerable que el maestro Rodríguez propugne que niñas y niños se sienten en el mismo pupitre, que alumnos indios y blancos jueguen juntos en los recreos y resultó mandato del mismo demonio (igualador de razas) que chicas y chicos hagan gimnasia con pantalones cortos en el mismo patio. “Corruptor de almas y de inocencias”, le dijeron.
Tanto ofendieron los postulados pedagógicos de Rodríguez a los vecinos de la flamante capital que forzaron al presidente Antonio José de Sucre a solicitarle su renuncia y abandonar la ciudad en 1827.
Años después del fracaso de la escuela de Chuquisaca escribió que “ De haberse realizado su plan...los burros, los bueyes, las ovejas y las gallinas pertenecerían a sus dueños; de las gentes nuevas no se sacarían pongos para las cocinas, ni cholas para llevar alfombras detrás de las señoras, los caballeros de las ciudades no encargarían indiecitos a los curas...Habría personas ocupadas e instruidas en sus deberes sociales y morales: los campos estarían cultivados...el Alto Perú (hoy Bolivia) sería un ejemplo para el resto de América Meridional”.
Uno se pregunta qué hubiera ocurrido de quedarse Simón Rodríguez en Sucre, y no puede menos que imaginar un panorama muy distinto del que social y culturalmente nos rodea hoy. Pero como nunca es tarde, el regreso del Maestro de América es posible aún, reponiendo en nuestras universidades y escuelas su ideario. Hagamos posible que nuestra educación sea permeable a la renovación y la actitud progresista, que mucha falta nos hace. Sacudámonos de tanto pergamino y tradición  que hace mucho, pero mucho tiempo, ya no adornan nuestros verdaderos merecimientos.