A todos nos queda claro que la mejor manera de disminuir la pobreza en Bolivia es generando puestos de trabajo.
La realidad económica es elocuente, a propósito de empleo, cuando nos revela que actividades económicas intensivas en capital son generadoras de escasas fuentes de empleo y –por el contrario- que la actividad de la mediana, pequeña y micro empresa, con escaso capital, es intensiva en mano de obra.
Así, no parece haber lugar a mucha elucubración teórica, sino a la definición desde el Estado, de una simple estrategia generadora de oportunidades que permita el involucramiento del sector privado, y el auxilio a éste por parte del sector público. Esto es, la creación de un escenario de proyección y puesta en marcha de pequeños emprendimientos o negocios inclusivos de la población más vulnerable económicamente.
La empresa privada ha tratado a los negocios inclusivos dentro de su dudosa responsabilidad social empresarial (a la que se ha calificado como un maquillaje a la explotación) y ha exhibido con fines propagandísticos, escasos resultados pero muy bien publicitados.
En el sector público el apoyo a los pequeños emprendimientos económicos o la propiciación de negocios inclusivos ha sido prácticamente nulo. Sendos seminarios, pomposos programas y devaneos administrativos no han sido mejores en resultados que los que ha mostrado el sector privado.
Con persistencia los burócratas suelen afirmar, muy orondos, que el Municipio es el primer contacto del ciudadano con el Estado. Imaginemos que así es y que el vínculo con las gobernaciones tampoco está muy distanciado del boliviano de a pié. Pero de lo que verdaderamente se trata es de que ese vínculo tenga una utilidad, un provecho y no sea una tara que oprima al boliviano con cargas impositivas de gestión y resultados pésimos, dilatados trámites, mal servicio, indolencia y hasta vulneración de elementales derechos humanos. Si de verdad se quiere crear oportunidades para miles de bolivianos y sin sangrar muchos recursos económicos, ambos entes públicos deben priorizar tres áreas:
1. Concientizar sobre los modelos y las oportunidades de Emprendimientos o Negocios Inclusivos, rentables, sostenibles y que tengan un claro beneficio para el desarrollo de los segmentos de bajos ingresos.
2. Contribuir a la identificación y priorización de oportunidades de negocios que beneficien a comunidades de bajos ingresos.
3. Promover marcos institucionales locales y departamentales adecuados para el desarrollo de este tipo de negocios inclusivos.
La gran empresa privada tradicionalmente se enfoca en los consumidores del segmento de ingresos medios y altos y establecen alianzas con proveedores de la economía formal. No muy distinto es el comportamiento del Estado cuando se enfrasca en la tarea de las empresas públicas. De manera diferente, los Emprendimientos o Negocios Inclusivos han descubierto maneras lucrativas para incorporar a las comunidades de bajos ingresos a sus operaciones de negocio de forma de beneficiar a estos segmentos creando estilos de vida sostenibles. Esto se puede lograr por medio de:
1. Empleo directo de este segmento.
2. Desarrollo de oportunidades en la cadena de suministros de este segmento.
3. Acceso a nuevas oportunidades.
4. Provisión de bienes y servicios a precios razonables.
Los Negocios Inclusivos no son una acción asistencialista o filantrópica. Son, más bien, la búsqueda de modelos sostenibles de negocios que “hacen el bien al trabajar bien” y tienen el potencial de convertirse en parte del flujo del modelo principal de negocios de las economías en que participan, lo que constituye la clave para que los negocios alcancen un impacto de escala en el desarrollo.
Actuando como empleados y proveedores, los segmentos de bajos ingresos logran insertarse en la economía formal, acceden a actividades de capacitación y financiamiento y por supuesto a mejores ingresos. Como consumidores, estos clientes de bajos ingresos pueden beneficiarse de productos y servicios que satisfagan sus necesidades en una forma que se puede costear. Si el negocio logra ambos propósitos, abre las puertas hacia un círculo virtuoso de los negocios en el desarrollo.
Actuando como empleados y proveedores, los segmentos de bajos ingresos logran insertarse en la economía formal, acceden a actividades de capacitación y financiamiento y por supuesto a mejores ingresos. Como consumidores, estos clientes de bajos ingresos pueden beneficiarse de productos y servicios que satisfagan sus necesidades en una forma que se puede costear. Si el negocio logra ambos propósitos, abre las puertas hacia un círculo virtuoso de los negocios en el desarrollo.
Las posibilidades de producción de bienes y prestación de servicios son muchísimas, solo cabe precisarlas, alentarlas con incentivos (asesoramiento, mercado, financiamiento) y entregarlas a los bolivianos sin empleo. Solo las compras estatales constituyen un filón extraordinario de recursos y de ninguna manera son el único. Los negocios inclusivos ponen a prueba, entonces, a los gobernantes para cumplir su oferta electoral y justificar su presencia eventual por el aparato del Estado; pero no serán una concesión graciosa de aquellos. Deben ser arrancados por los ciudadanos y sus organizaciones de la pesada o indolente burocracia y a través de sus organizaciones naturales.
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