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- La culpa de todo la tiene el Ministro de Economía Y Finanzas Púbicas, dijo uno.
- ¡No señor! Dijo el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, mientras buscaba un garrote debajo de su escritorio: la culpa de todo la tienen los contrabandistas y los defraudadores.
- ¡Mentiras! Dijeron los evasores, mientras cobraban el 50 % en negro y el otro 50 % también en negro. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto impuesto.
- ¡Falso! Dijeron los de la Aduana Nacional de Bolivia y del Servicio de Impuestos Internos mientras aplicaban astutamente más gravámenes a las ilusiones y reglamentaban un nuevo impuesto al estornudo. La culpa de todo la tiene la oligarquía: ellos se llevan todo el dinero.
- ¡Pero por favor! Dijo un empresario contratista, mientras cobraba pingues utilidades por la mala construcción de escuelas públicas. La culpa de todo la tiene La Banca.
- ¡Calumnias! Dijo un banquero mientras depositaba a su madre a 7 días. La culpa de todo la tienen los corruptos que no tienen moral.
- ¡Se equivoca! Dijo un corrupto, mientras cobraba su “comisión” por la adjudicación de un contrato con sobreprecio. La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público.
- ¡No es cierto! Dijo un “servidor” público mientras con una mano se rascaba el pupo y con la otra el trasero. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos.
- ¡Eso es pura maldad! Dijo un Asambleísta Plurinacional mientras preguntaba donde quedaba el edificio del Órgano Legislativo. La culpa de todo la tienen los dueños de la tierra que no nos dejaron nada.
- ¡Patrañas! Dijo un terrateniente mientras contaba hectáreas, vacas, caballos, peones y recordaba sus viajes a Estados Unidos y Europa y añoraba el placer de tirar manteca al techo. La culpa de todo la tienen los comunistas.
- ¡Perversos! Dijeron los del Comité Central local mientras revisaban su programa y principios. La culpa de todo la tiene la intransigencia trotskista.
- ¡Disparates! Dijo el ultrista mientras preparaba la insurrección armada para salvar a la humanidad. La culpa de todo la tienen los fascistas.
- ¡Malvados! Dijo un fascista mientras quemaba un lote de libros juntamente con el librero. La culpa de todo la tienen las naciones y pueblos indígena originario campesinos.
- ¡Racistas! Dijo un originario mientras miraba torcido a un kára. La culpa de todo la tiene la jerarquía católica, aliada de la oligarquía, que como evangelio reza la doctrina capitalista.
- ¡Blasfemia! Dijo un Obispo mientras fabricaba ojos con agujas como para que pasaran diez camellos al trote. La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios.
- ¡Error! Dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata. La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos.
- ¡Infamia! Dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente. La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir.
- ¡Me ofenden! Dijo un ladrón mientras arrebataba una cadenita a una jubilada y, de paso, la tiraba debajo del tren. La culpa de todo la tienen los policías que tienen el gatillo fácil y la comida abundante.
- ¡Vainas! Dijo un policía mientras se ponía de acuerdo con otro delincuente. La culpa de todo la tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra.
- ¡Desacato! Dijo un Juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de 5000 fojas que luego, a la noche, volvería a descoser por ventaja personal. La culpa de todo la tienen los militares que siempre apoyan malos gobiernos creyéndose los tutores y salvadores de la Patria.
- ¡Negativo! Dijo un General mientras ordenaba a su asistente que fuera preparando su viaje de placer al exterior para el fin de semana. La culpa de todo la tienen los jóvenes desaliñados.
- ¡A ustedes están les patina el coco! Dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir. La culpa de todo la tienen los ancianos por dejarnos el país que nos dejaron.
- ¡Embusteros! Dijo un señor mayor mientras pregonaba que para volver a las viejas buenas épocas nada mejor que una mala memoria que olvide idénticas taras. La culpa de todo la tienen los periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear ideas y defender intereses corporativos y propios.
- ¡Censura! Dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados, rezaba por la violación y el asesinato nuestro de cada día. La culpa de todo la tiene EVO
- ¡No lo puedo creer! Dijo Evo, acostumbrado a estas situaciones. La culpa de todo la tiene el imperialismo.
- ¡Thats not true! (¡eso no es cierto!) Dijo un imperialista mientras embarcaba un trozo de territorio con su subsuelo, su espacio aéreo y su gente incluida. The ones to blame are the sepoy, that allowed us to take even the cat (la culpa la tienen los cipayos que nos permitieron llevarnos hasta el gato).
- ¡Infundios! Dijo un cipayo mientras marcaba en un plano las provincias más rentables. La culpa la tienen todos los bolivianos que no aman desinteresadamente a su patria.
- ¡Cobardes! Dijeron algunos ávidos de espacios para disfrute personal, mientras buscaban a un “amigo” encumbrado en la administración pública. La culpa de todo la tiene la gente como tu por escribir estas tonterías.
- ¡Paren la mano! Dije yo mientras me protegía detrás de un basurero. Yo sé quien tiene la culpa de todo. La culpa de todo la tiene EL OTRO. ¡EL OTRO siempre tiene la culpa!
- ¡Eso, eso! Exclamaron todos a coro. Esta persona tiene razón: la culpa de todo la tiene EL OTRO.
Dicho lo cual, después de gritar un rato, arrojar algunas piedras, bloquear alguna vía pública, pagar alguna solicitada o la pluma de algún “columnista” de los medios, publicar algo en las redes sociales y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo); nos marchamos a nuestras casa por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto. Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar: ¡Qué flor de personaje que resultó ser EL OTRO!
Adaptación para Bolivia de un monólogo del humorista Tato BORES