Aportar a la salud, felicidad y prosperidad de todos aquellos con quienes la vida te depare una relación.
Procurar que las personas descubran algo bueno y noble que hay en ellos.
Mirar todas las cosas por el lado bueno, y procurar que tu entusiasmo se haga real y verdadero.
Pensar sólo en lo mejor, trabajar por lo mejor, y esperar lo mejor.
Aprender de los errores del pasado y perseverar para las más grandes obras del futuro.
Ser justo y entusiasta por el éxito de otros, como lo eres por el tuyo propio.
Tener alma grande para enfrentar el sufrimiento y mucha templanza para refrenar la cólera; fortaleza para el temor y felicidad para no permitir la presencia de la tristeza.
Mantener un semblante alegre todo el tiempo y tener siempre una sonrisa para tus semejantes.
Ser suficientemente tolerante, firme y generoso para combatir la pesadumbre, la pasión y el miedo.
Ocuparte del mejoramiento de ti mismo, de tal forma que no tengas tiempo de criticar o envidiar a los demás.
Pensar bien de ti mismo y proclamar este hecho al mundo, no en voz alta, sino en obras meritorias.
Acrecentar tu fe en el amor que Dios te tiene.
Dejar al mundo un poquitito mejor de cómo lo encontraste.
Adaptación de un texto de autor anónimo
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