Nunca como hoy fue tan urgente organizar un movimiento comunitario militante que proponga una forma de vivir distinta y que plantee cómo oponerse a los mecanismos injustos del actual sistema económico mundial. Y quien creyera, la otrora intrascendente Bolivia toma la iniciativa. De lo que se trata es de vislumbrar un nuevo horizonte social, económico y político basado en una condición fundamental: que los habitantes de los países desarrollados (lo mismo que los privilegiados del los países atrasados) asuman como principio vital, renunciar al exceso y al derroche.
Se debe partir del análisis de la realidad social, del desorden económico y de la agresión medioambiental, del reconocimiento de que la humanidad está viviendo el escándalo más grave de su historia, que consiste efectivamente en que nunca ha producido tanta riqueza y nunca ha creado tanta pobreza. Es preciso sopesar las causas de tan injustos desequilibrios y orientarnos al compromiso compartido que implica la sobriedad. Esto no es solo una cuestión de estilo de vida; la sobriedad significa, más bien, una verdadera revolución económica y social que destroza y hace saltar el principio sobre el que está constituido el capitalismo, que es el principio del crecimiento. Fundada en el principio de la sobriedad, es posible otra sociedad capaz de impulsar el pleno empleo, los derechos fundamentales para todos y la reconciliación con la naturaleza. Esto implica otra concepción distinta del trabajo muy distinta a la concepción actual; y otra Concepción también del dinero y la riqueza, de la naturaleza, de la solidaridad colectiva. Y es aquí, precisamente, donde está comprometida la responsabilidad de cada uno de los seres humanos.
Que el año 2011 sea un año en que los seres humanos nos propongamos y vivamos esa sobriedad que nos permita distinguir lo que es razonable y lo que es inmoderado.
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