Cuando le comunicaron a Mahatma Gandhi que la Organización de la Naciones Unidas había proclamado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, él sonrió diciendo que esto le causaba gracia, puesto que no era posible proclamar un derecho sin imponer un deber. Este 10 de diciembre, que conmemoramos este importante hito para la humanidad, confirmamos que este luchador infatigable por la paz, tenía razón. Si queremos un mundo en que se respeten los Derechos Humanos, también debemos cumplir con los deberes que nos impone la propia sociedad en pos de la superación de las taras de la violencia y la injusticia.
Los tiempos actuales se caracterizan por el individualismo, la falta de solidaridad, la imposición de una cultura universal consumista y apresuradamente exitista. La competitividad se ha impuesto en todos los niveles, todos estamos en carrera, países e individuos, y no trepidamos ante los horrendos cuadros de injusticia que laceran a los seres humanos y –especialmente- a los más vulnerables. Cembali decía: “Caminando todos a compás, nadie viviría descontento de su estado; encontraría, no solamente racional, sino saludable para él, no alargar el paso más allá de lo que le permitiría su pierna; no se miraría con torpe envidia al que está encima, ni con morbosa piedad al que está debajo; todos ambicionarían cosas al alcance de su capacidad, y el consorcio civilizado (aún dando lugar siempre a la purificadora corriente de libertad), estaría menos expuesto, estaría hasta a cubierto de los violentos golpes de odio desaconsejados”.
El propio Cembali hace un resumen de sus palabras al decir que todo consiste en el conocimiento o en el sentimiento exacto entre el deber y el Derecho, entre la pretensión y la capacidad, cuyo conjunto armónico conduciría al orden, a la justicia y a la equidad, tres conceptos sublimes para recordar este 10 de diciembre. Países y seres humanos debemos mirarnos unos a otros para cooperarnos, apoyarnos desinteresamiento y ello exige hablar más de nuestros deberes que de nuestros derechos.
Nuestra actual Constitución Política del Estado, ha prescrito, en su Artículo 108 los deberes de las bolivianas y los bolivianos. De entre ellos, consideramos relevantes en la tarea de la lucha por los Derechos Humanos los siguientes:
· Conocer, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes
· Conocer, respetar y promover los derechos reconocidos en la Constitución.
· Promover y difundir la práctica de los valores y principios que proclama la Constitución.
· Defender, promover y contribuir al derecho a la paz y fomentar la cultura de paz.
· Trabajar, según su capacidad física e intelectual, en actividades lícitas y socialmente útiles.
· Formarse en el sistema educativo hasta el bachillerato.
· Tributar en proporción a su capacidad económica, conforme con la ley.
· Denunciar y combatir todos los actos de corrupción.
· Asistir, alimentar y educar a las hijas e hijos.
· Asistir, proteger y socorrer a sus ascendientes.
· Socorrer con todo el apoyo necesario, en casos de desastres naturales y otras contingencias.
· Resguardar, defender y proteger el patrimonio natural, económico y cultural de Bolivia.
· Proteger y defender los recursos naturales y contribuir a su uso sustentable, para preservar los derechos de las futuras generaciones.
· Proteger y defender un medio ambiente adecuado para el desarrollo de los seres vivos.
Pero además, se ha presentado a las Naciones Unidas y a la opinión pública mundial, para su discusión la “Declaración de los Deberes del Ser Humano. Esta Declaración aún no ha sido proclamada y su redacción –aún discutible- se debe a un consejo (Inter Action Council) integrado por varia personalidades de renombre mundial. Su Artículo 1° proclama, por ejemplo, “Cada Persona, sin importar sexo, procedencia étnica, estatus social, convicciones políticas, lengua, edad, nacionalidad o religión tiene el deber de tratar humanamente a todos los seres humanos.
En resumen, en éste 10 de diciembre, creemos que –lejos de simples homenajes que se diluyen en la indiferencia y la falta de efectividad- lo que corresponde es un compromiso activo por los Derechos Humanos. Asumirlos como un deber de militante comprometido con una nueva humanidad.