martes, 30 de noviembre de 2010

Carta de un paracaidista a Dios


Con la presente te adjunto un grito de rebeldía
contra la injusticia que reina bajo el sol:

Señor, tú que habitas entre las capas del aire por las que me pierdo,
Tú que estás entre las sedas de mi paracaídas,
Tú que me susurras al oído mientras centellando caigo por el espacio,
Tú que vives entre los audaces que se atreven a mirarte a los ojos…

Yo te pido, Señor, que dejes nuestras alturas
y desciendas conmigo más debajo de este espacio
surcado por los pájaros y por los temerarios.
Pósate sobre tantos lugares donde no alumbra el sol.
Porque hay sitios en el mundo
donde la gente no puede reír
y donde sólo existe tiempo para la maldad y el dolor que provoca,
donde todo es oscuridad y sufrimiento,
donde sólo se respira amargura y se mastica el odio,
donde la violencia es alimento y bebida las lágrimas,
donde la barbarie es el pan y la fiereza el agua,
donde las miradas son dardos afilados y las palabras matan,
Donde el beso no existe y el amor lleva grilletes,
donde la amistad está prohibida y la risa exiliada,
donde la alegría yace abatida y la bondad fusilada…
Asencio, Paracaidista



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