lunes, 29 de noviembre de 2010

SI EL COLOR ES UN PSICOTRÓPICO ¿CÓMO ES EL MUNDO FUERA DE NOSOTROS?


Sin la luz no son posibles los colores, como se demuestra en todo lo que podemos ver. La luz del sol, que extrañamente es incolora, es a la vez, paradójicamente, la fuente que  hace posibles todos los colores.
No existe el color ni en las propias pompas de jabón, ni siquiera en el arco iris, menos en los espléndidos lienzos de los maestros de la pintura; sino que el color solo existe en nuestras sensaciones.
La luz, esos fotones que se "sacuden" más o menos rápido según la energía que lleven, nos permite distinguir un color de otro, es decir aquellos que se "sacuden" a distintas velocidades. En realidad, el color no es más que un conjunto de ondas electro-magnéticas que, al incidir en nuestros receptores retinoicos, producen sensaciones coloreadas, pues el "color" es algo creado por el cerebro.
Quizá todo esto se perciba como una triste realidad, pero el color no existe con la evidencia física y material con que  existen otras cosas; somos nosotros los que vemos las cosas de colores aunque éstas no los posean.
Los seres humanos solo vemos un rango de esa radiación, que es la luz, y para distinguir los colores tenemos tres tipos de "conitos" que los detectan atrás de los ojos. Un tipo de conito detecta la parte verde de la luz, otro la azul, y otro la roja (naranja en realidad). Con la mezcla de los tres tipos de colores logramos formar todos los otros colores conocidos.
Lo cierto es que la rica sinfonía de colores que rodea nuestra vida no significa que vivamos en un mundo de objetos coloridos, lo único que significa es que la superficie de esos objetos refleja determinada porción de la luz que reciben. Por consiguiente el color no es un fenómeno físico sino fisiológico (organoléptico). El color es única y exclusivamente la sensación de color.
Todo esto nos lleva a reflexionar que, pareciéndonos el color una gran  realidad, en el fondo, no es otra cosa que una de las paradojas más alucinantes de la vida: un psicotrópico que nos hace ver el mundo exterior de una determinada manera, no como es realmente.
Pero entonces: ¿Cómo es verdaderamente la realidad fuera de nosotros?
Algunos mamíferos lo perciben de un cierto tipo de colores, nosotros de otro y las aves disfrutan de un mayor número de colores. Nuestra percepción es, ciertamente, distinta. Hagamos pues un ejercicio de cómo realmente es el exterior del ser humano, cuáles son sus colores. Tal vez eso nos revele que somos los seres humanos los que  le ponemos “tonos” al mundo y la vida, unas veces más alegres que otras.
Pero además, los expertos afirman que de toda la información que el hombre recibe del mundo que le rodea, el 80% es de naturaleza óptica, y que esta contiene, concretamente, formas por un lado y colores por otro. La mitad de esa información corresponde solo al campo del color. Sorprende, entonces lo poco que sabemos del color y la poca atención que le prestamos.
Pero en fin, independientemente del volumen de información vinculado al color y ya sea el mundo exterior es  gris o rosa; disfrutemos de nuestras sensaciones crómicas y acudamos a ellas como un elemento estimulante, regenerativo y mantenedor del equilibrio y de la armonía. Veamos las cosas del color que nos guste y, si decaemos, apelemos al color como un elemento curativo, antidepresivo; veamos todo de un verde suave; que eso es lo que se recomienda para combatir el estrés, por ejemplo.
Recuerdo a un entrañable amigo que paso gran parte de su vida en el departamento de Pando, quien fue intempestivamente cambiado para prestar servicios en La Paz. El quiso reproducir su amado paisaje pintando sus paredes con vegetación tropical y colgó de sus paredes una hamaca en la que se recostaba bien abrigado para agregarle también la sensación térmica.
Definitivamente. Nunca sabremos cómo es realmente el mundo fuera de nosotros. Sólo tendremos “una” percepción de él, sin embargo eso no le quita encanto, le agrega misterio y compromete gratitud.
“El color es una prédica.
La luz es una oración.
El color nos instruye sobre la luz
Y la luz nos instruye sobre Dios”.

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