miércoles, 23 de junio de 2010

El particular horizonte cultural latinoamericano.

Entre los innumerables recortes de revistas que conservo como mi pequeño tesoro, buscando a propósito de la construcción de la nación latinoamericana, me encontré con un escrito de  Romero Anton Montalban-Andersen, académico británico residente en Michigan Estados Unidos de Norteamérica, quien –según refiere el mismo- es descendiente directo del conde de Richmond, el rey Enrique III de Inglaterra. El Artículo escrito como agregado al de fondo: “Latinos go home”, de la Revista Visión de octubre de 1997, lleva el título “¿Dónde se nutre la cultura hispana? que tiene la virtud de describirnos, en algunos de nuestros rasgos –que ciertamente, dado que lo cultural es dinámico, están cambiando- que siguen retratándonos en nuestras peculiaridades.
Montalban-Andersen asegura que hay varios factores que hacen que la cultura latinoamericana florezca más rápidamente que otras (El autor enfocaba el vertiginoso crecimiento de la población hispana en Estados Unidos de Norteamérica). El primero es  la existencia de un elemento biológico, derivado del hecho de que los latinoamericanos tradicionalmente profesamos la fe católica romana que prohíbe los métodos artificiales de control de la natalidad. Segundo la cultura latinoamericana  considera la estructura familiar desde un punto de vista totalmente diferente de lo que hace  la cultura anglosajona. Los jóvenes anglos se fijan objetivos de alejarse del calor de sus padres y los viejos anglos se encierran en asilos alejados cuando ya no son productivos.
En la cultura latinoamericana la familia  numerosa es la norma antes que la excepción. Los niños anglos con frecuencia piensan que su privacidad está violentada si tienen que compartir sus dormitorios con sus hermanos, mientras que los niños latinoamericanos disfrutan de la comodidad que significa tener una presencia familiar en el dormitorio. A las familias anglos les gusta la independencia de toda influencia exterior. Esto viene desde los días en que los lores tenían fosos alrededor de sus castillos.
En la sociedad anglo, los ricos se mantienen alejados de los pobres mediante la segregación de sus barrios por estatus financiero. El valor primario de una vivienda en el mundo anglo es la ubicación; el valor inherente de la vivienda misma está en segundo lugar. Un barrio exclusivo es valioso no por lo que tiene, sino por lo que no tiene.
En la civilización latinoamericana, este tipo de  separación no es parte de la cultura. No es una sorpresa, por ello, ver una mansión en una manzana y viviendas pobres en la siguiente. La cultura latinoamericana valora la concordia, la cercanía y la sociedad  en su conjunto. Si un niño latinoamericano, fuera puesto en un mundo anglo, el mundo anglo  se separaría del latinoamericano. Si un niño anglo fuera puesto en un mundo latinoamericano, el mundo latinoamericano lo asimilaría. Una madre anglo se preocupa con qué niños se asocia su hijo y lo protegerá de las personas que ella cree que puedan ser malas influencias. Una madre latinoamericana diría: “Trae al niño desconocido a nuestra casa y lo haremos parte de nuestra familia”.
Si bien compartimos este parcial retrato de lo latinoamericano, hecho por británico, de nuestra parte deseamos añadir que este breve punteo de peculiaridades ratifica la postura teórica sobre el concepto de América Latina, vinculado más a aspectos antropológicos y sociológicos que al lingüístico como fundamento, y que parte del concepto horizonte cultural, pues América Latina es también ese espacio geográfico y temporal en el que prevalecen pautas culturales comunes, las cuales pueden incluir la utilización de una lengua determinada, más no de una manera exclusivamente determinante; puesto que entendemos que países del Caribe, Centro y Sudamérica como Jamaica, Surinam, Barbados o Belice son parte de América Latina, ya que las pautas culturales de la población de los mismos son similares a los de los otros países latinoamericanos, diferenciándose de las prácticas de las naciones de América Anglosajona, a la que ven como otro horizonte cultural.
Poner en marcha la Integración Latinoamericana también es “mirar hacia adentro”, conocernos más y mejor entre países hermanos, contemplar el horizonte cultural íntimo que nos identifica y une. Simón Bolívar ya sentenció: "La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino".

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