domingo, 6 de junio de 2010

REPLANTEANDO LA INTEGRACION LATINOAMERICANA

En medio de mis lecturas me topé con este trozo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica de 4 de julio de 1776, que llamó poderosamente mi atención: “…toda experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir, siempre que los males sean tolerables, que a mejorar su situación aboliendo las formas a que está acostumbrada…”
La historia de la integración latinoamericana ha sido hasta hoy un simple recuento de fracasos, y es que no podía esperarse otra cosa de esquemas basados en la aproximación comercial, como factor medular para la unidad latinoamericana. Proponerse encontrar renunciamiento donde la codicia corroe el alma fue cosa de locos. Empresarios acostumbrados a los subsidios, a las preferencias arancelarias, al monopolio y a la competitividad entendida como la inmisericorde explotación del ser humano y el agotamiento de la naturaleza;  jamás iban a ser los artífices de la unidad latinoamericana.
El escenario actual es, felizmente, distinto. Pesan grandes amenazas aún, la tarea es titánica, pero ya hemos visualizado nuestro objetivo: La Unidad Latinoamericana. Esa unidad vinculada más a lo antropológico, lo sociológico, hacia un horizonte cultural y humano y sin descuidar para nada una auténtica integración económica.
Como boliviano y latinoamericano me reconozco más digno, más confiado en que mis hijos habitarán una “Patria Grande” y no un “patio trasero”; y la seguridad de ello me la da el saber que, efectivamente, se están aboliendo las formas a que estábamos acostumbrados. Si me preguntan por algunos ejemplos respondo diciéndoles que nuestros políticos ya no claman por ser invitados a la celebración de 4 de julio en la Embajada Norteamericana (sólo eran candidatos a gobernar Bolivia los invitados a la “fiesta de la independencia”), nuestros generales y ministros de Estado ya no requieren avales de representación diplomática alguna y cuando Bolivia se hace presente en cualquier ámbito del Derecho Internacional Público lo hace hablando genuinamente por los bolivianos. Así, es indudable que la verdadera integración –por lo menos desde la cuota que le toca a Bolivia-  sí marcha.
Por supuesto que aún hay entre nosotros quienes se acostumbraron  a estar atados a la estaca  y que disfrutan del sometimiento, pero cada vez son menos pues no existe lo que se dice un esclavo bien adaptado.
El deber de todo boliviano, y latinoamericano, ser partícipe de este replanteamiento de la integración latinoamericana pues como decía José Martí: “América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y abominar todo lo que los aparte. En esto, como en todos los problemas humanos, el porvenir es la paz”.

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