martes, 1 de junio de 2010

ELOGIO DE LA LOCURA DE LOS ABOGADOS


Una de las figuras más grandes del humanismo es sin duda el erudito neerlandés Erasmo de Rotterdam (1469-1536), quien relacionó el estudio de la obras antiguas con la crítica a la Biblia y una fuerte sátira al Papa, los sacerdotes, los monjes, la escolástica. De su pluma no se salvaron ni siquiera los abogados. En su obra satírica más significativa, con el nombre característico de Elogio de la locura, de dicada a su amigo Tomás Moro, se burla del Imperio de la tontería, que está habitado por un clero vergonzoso e ignorante, monjes disipados, santones y cortesanos huecos que nadie logra superar en cuanto a ser vendibles, inconcientes y bajos. Si son dignos de burla los creyentes de espítiru sencillo, más merecedores de ella son teólogos, filósofos, poetas y eruditos. Erasmo puso ante los caracteres humanos deformados un irrespetuoso espejo. "Cuanto más erudito es alguien -decía-, tanto más se infla y envanece. Pero lo más encantador es cómo con cartas, poesías, odas elogian mutuamente los locos al loco, los ignorantes al ignorante". De la dirección humanista que representa Erasmo, llamada frecuentemente humanismo cristiano, ya que supedita los ideales eruditos a los fundamentos superiores de la doctrina cristiana. Del título mencionado extractamos lo relativo a los jurisconsultos, quienes se encuentran entre las formas más elevadas de la locura:

De entre los eruditos, los jurisconsultos se disputan el primer lugar, y es verdad que nadie como ellos se muestra tan complacido de sí mismo, cuando, como verdaderos Sísifos, suben al pedestal eternamente urdiendo en su cabeza millones de leyes siempre con igual fanatismo, importándoles un comino si vienen o no al caso, amontonando glosa sobre glosa y opinión sobre opinión, y haciendo creer que sus estudios son los más trabajosos de todos, por reputar que, mientras más trabajo cuesta una cosa más mérito debe tener.

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